Irene Martínez López (Universidade de Santiago de Compostela) | irenemartinez.lopez@usc.es
En los primeros versos del Parzival (ca. 1205–10), Wolfram von Eschenbach escribe:
ein mære wil i’u niuwen,
daz seit von grôzen triuwen,
wîplîchez wîbes reht,
und mannes manheit alsô sleht,
diu sich gein herte nie gebouc. (4,9–13)
(Os voy a contar de manera nueva un relato que habla de gran lealtad, de la esencia de la mujer femenina y de la valentía palmaria del hombre que nunca se doblegó ante la adversidad.)
Con esta introducción, el narrador nos advierte de que Parzival, más allá de contar la historia de un caballero, va a hablar de personajes femeninos. De hecho, la obra ofrece al lector un amplio y variado paisaje de mujeres con una marcada individualidad que presentan personalidades muy dispares y desarrolladas y que desempeñan papeles de gran relevancia para la trama. Los personajes femeninos del Parzival nos ofrecen una profunda introspección en lo que, a principios del siglo XIII, era el horizonte de lo imaginable para la mujer. Y es que cada una de ellas vive de modo muy distinto sus relaciones interpersonales, la maternidad, el amor o el luto. Veamos algunas de ellas.
- Herzeloyde
Herzeloyde es la madre de Parzival, lo que la convierte en una figura indispensable para la trama. Cuando muere su marido Gahmuret y nace su hijo, Herzeloyde decide criarlo en el bosque, apartado del mundo caballeresco. La educación y las vivencias que otorga a Parzival marcan su personalidad y su trayectoria vital, que al mismo tiempo determinan el destino de toda la comunidad del Grial. Realmente, toda la trama gira en torno a la familia de Herzeloyde: su abuelo Titurel fue el primer dueño del Grial, su hermano Anfortas es el rey del Grial en el momento de la historia, y su hijo Parzival será el sucesor. Así, el destino del héroe ya había sido marcado por el legado de su madre antes de su nacimiento – aunque eso nadie lo sabe hasta muy avanzada la obra.
Wolfram nos presenta a través de Herzeloyde un ideal de comportamiento femenino y maternal, un arquetipo estrechamente ligado a los méritos propios del cristianismo (Bumke 1991: 58). De hecho, hay varias asimilaciones entre Herzeloyde y la Virgen María, y por lo tanto entre Parzival y el niño Jesús. Un ejemplo es el siguiente fragmento, en el que la propia Herzeloyde asocia la lactancia de su hijo, que realiza delante de toda la corte, con la de la Virgen, remitiendo a la iconografía de Maria lactans:
diu hœhste küneginne
Jêsus ir brüste bôt,
der sît durch uns vil scharpfen tôt
ame kriuze mennischlîche enphienc
und sîne triwe an uns begienc.
[…]
sich begôz des landes frouwe
mit ir herzen jâmers touwe:
ir ougen regenden ûf den knabn.
si kunde wîbes triwe habn. (113, 17–30)
(La más alta reina dió el pecho a Jesús, que después sufrió por nosotros en la cruz una muerte humana dolorosa, regalándonos con su lealtad. […] La señora del país se salpicó del rocío del dolor de su corazón; sus ojos llovían sobre el niño. Ella sabía tener lealtad de mujer.)
Además, Wolfram reitera la lealtad de Herzeloyde tanto cuando muere su marido como cuando Parzival se marcha de casa. Tras la muerte del primero, la mujer queda totalmente desolada y sustituye la figura del esposo por la del hijo: ich was vil junger danne er / und bin sîn muoter und sîn wîp (vv. 109,24–25; “yo era mucho más joven que él y soy su madre y su esposa”). Luego, cuando pierde a Parzival, Herzeloyde muere. En este sentido, se presenta como una mujer literalmente dependiente de su posición como esposa y madre.
Sin embargo, Herzeloyde, además de ser vital para la trama, actúa con gran independencia y determinación (Sterling 1993: 59). Al comienzo de la obra, ella misma organiza un torneo para encontrar marido, y cuando Gahmuret gana pero alega estar ya casado, Herzeloyde le obliga a casarse con ella: swaz mînes rehtes an iu sî, / dâ sult ir mich lâzen bî (vv. 87,1–2; “cualquiera que sea el derecho que he obtenido sobre vos, me lo debéis de conceder”).
- Belakane
Efectivamente, en ese momento Gahmuret está casado con Belakane, la bella princesa mora de Zazamanc, a la que abandonará excusándose en la religión de la princesa, que es pagana y negra. Belakane representa el exotismo y el erotismo, y también el poder, que ejerce en sus tierras y en su pueblo (Membrives 2001: 19). Pese a ser negra y pagana, Wolfram la define como mujer pura y leal, valores que reitera a través de la historia trágica que, como todas las figuras femeninas principales de la obra, esta mujer acarrea. Belakane tuvo un romance con un caballero llamado Isenhart, con el que decidió no acostarse hasta que llegara el momento de casarse, para mantener su castidad. Desgraciadamente, Isenhart murió en un combate que realizó por ella antes de esa unión, y ahora ella vive arrepentida. Además, Wolfram, que entiende a Belakane como mujer buena y pura, le otorga una especie de bautismo personalizado: cuando ella le cuenta a Gahmuret sobre Isenhart y llora, Wolfram interpreta esas lágrimas como su bautismo (28,14–17). No obstante, para la reina ello no es obstáculo para llevarse a Gahmuret, cuando éste regresa vencedor de la batalla en su defensa, directamente a la cama y, de paso, engendrar al que será hermanastro del héroe, el caballero de manchas negras y blancas, Feirefîz.
- Sigune
Sigune es la prima de Parzival, la sobrina de Herzeloyde, y la mujer que toma el papel de guía del protagonista cuando éste se separa de su madre. A lo largo de la historia, Sigune y Parzival se encuentran cuatro veces, y en las tres primeras ella le da a él importantes informaciones sobre su familia y sobre el grial. Se convierte por tanto en una especia de guía en su trayectoria vital y en el proceso de maduración que le llevará a ser rey (Bumke 1991: 64).
Además, igual que Herzeloyde, Sigune se erige como símbolo de la lealtad y la pureza. Durante toda la historia Sigune aparece al lado del cadáver de su amado Schionatulander, que murió en una justa. Una vez más, Wolfram referencia a la iconografía de la Virgen a través de la descripción de Sigune llorando y con su amado muerto en sus brazos, igual que María con Jesús tras su muerte: ein gebalsemt ritter tôt / lent ir zwischenn armen (vv. 249,16–17; “en sus brazos yacía un caballero muerto, embalsamado”). De hecho, Sigune no había yacido ni se había casado con Schionatulander (igual que Belakane) pero tras su muerte permanece a su lado como si lo hubiera estado e incluso se coloca una alianza: der rehten ê diz vingerlîn / für got sol mîn geleite sîn (vv. 440,13–14: “este anillo será ante Dios mi prueba de matrimonio en derecho”).
Por último, otro símil entre Herzeloyde y Sigune es su postura como mujeres independientes y categóricas. Igual que Herzeloyde, Sigune decide vivir sola en el bosque, lejos de la civilización, donde puede pasar su duelo. Así, vive como una ermitaña, lo que en la época era señal de exclusión social y laicismo. Sin embargo, en el caso de Sigune esto representa una vida de castidad, lo que para Wolfram es el ejemplo a seguir como mujer cristiana (Bumke 1991: 125).
- Cundry
Cundry es mensajera de la comunidad del Grial. Como Sigune, Cundry existe fuera de los roles sociales, y no sólo se sitúa fuera del núcleo familiar, sino que no vive en ningún sitio determinado: la encontramos en constante movimiento entre la corte del rey Arturo y la comunidad del Grial (Sterling 1993: 56). En el caso de estas dos mujeres, “it is their isolation and marginal status that affords the ability to act outside the conformities of their gender” (Lopez 2007: 25). Además, Cundry está completamente desligada del imaginario sexual bajo el que normalmente se encuentran subordinadas las mujeres en la literatura de la época. De hecho, se la describe como una persona fea, pero es muy estimada por su sabiduría:
Der meide ir kunst des verjach,
alle sprâche si wol sprach,
latîn, heidensch, franzoys.
si was der witze kurtoys,
dîaletike und jêometrî.
Ir wâren ouch die liste bî
von astronomîe.
sie hiez Cundrîe,
surziere was ir zuoname. (312, 19–27)
(A la mujer su arte le permitía hablar bien todos los idiomas: latín, pagano y francés. Era cortés en los conocimientos de dialéctica y geometría, conocía además las leyes de astronomía. Se llamaba Cundrie y su apodo era ‘la maga’.)
Su postura como mujer culta y experimentada le sitúa en una posición en la que puede aconsejar y reprender a Parzival, al que guía a lo largo de la historia. En su primera aparición maldice al caballero por no haber formulado la pregunta en Munsalwäsche; y al final, es ella quien le comunica que se va a convertir en rey: “in this manner, Cundrie marks the beginning and the end of Parzival’s journey” (Sterling 1993: 62).
- Orgeluse
Por una parte, Orgeluse representa uno de los factores más determinantes de toda la trama: la herida del rey Anfortas fue causada mientras éste luchaba por el amor de Orgeluse. Esta herida es la que marca el papel de Parzival en la historia: debe preguntarle al rey por su sufrimiento para que éste pueda curarse, y así convertirse en el salvador y en el nuevo rey del Grial (aunque, de nuevo, eso solo se vaya sabiendo en el transcurso del relato).
Por otra parte, Wolfram crea en Orgeluse una figura femenina muy distinta a las descritas anteriormente, aunque igual o incluso más redonda que las mismas. En su propio nombre se indica que Orgeluse es orgullosa (orgeuilleuse). A través de su relación con Gawan, el lector profundiza en el carácter y experimenta su desarrollo como persona. Al principio, la mujer ridiculiza y maltrata a Gawan, es dura y no permite aproximación alguna. Pese a esta actitud, que le reporta la apatía del lector, Wolfram advierte de que no se debe juzgarla como mala persona solo por las apariencias:
swer nu des wil volgen mir,
der mîde valsche rede gein ir.
niemen sich verspreche,
ern wizze ê waz er reche,
unz er gewinne küende
wiez umb ir herze stüende.
ich kunde ouch wol gerechen dar
gein der frouwen wol gevar:
swaz si hât gein Gâwân
in ir zorne missetân,
ode daz si noch getuot gein im,
die râche ich alle von ir nim. (516,3–14)
(Quien me quiera seguir que evite decir maldades sobre ella. Que nadie se equivoque en sus palabras sin saber antes qué está censurando y sin antes saber cómo estaba su corazón. Yo también podría censurar a la hermosa mujer; pero en cuanto a toda la maldad que en su ira haya cometido hacia Gawan y que aún ha de cometer, yo la libero de toda crítica.)
Mucho más adelante, Wolfram explica que Orgeluse se comporta así porque está sufriendo. Perdió a su marido Cidegast a manos del rey Gramoflanz, y desde ese momento quiere encontrar a un caballero que vengue su muerte. Así, Wolfram analiza las distintas formas de duelo de las figuras femeninas: mientras que Herzeloyde y Sigune reaccionan a la muerte del amado con un sufrimiento que les acaba llevando a su propia muerte, Orgeluse necesita vengarse. Este trauma es lo que le impide confiar en alguien, por eso cuando Gawan está a punto de vengar a Cidegast, Orgeluse se derrumba y se muestra vulnerable. A partir de ese momento, la mujer cura su herida y puede ser feliz, y ser también buena con los demás.
- Obie
La trama de Obie sigue un desenvolvimiento parecido a la de Orgeluse. En el caso de Obie, su conflicto interno es su amor por Meljanz, ante el que se encuentra contrariada por ser de una clase social distinta. Esta frustración la lleva a ser cruel con el resto. Pero al final, asume sus sentimientos y se los confiesa a Meljanz, e inmediatamente pasa a mostrarse como una persona buena y sensible. Igual que con Orgeluse, el narrador advierte al lector de las razones detrás de la actitud maliciosa de Obie.
- Conclusión
Los distintos procesos por los que pasan las figuras femeninas de la obra ante situaciones de cambio o de pérdida demuestran el interés del narrador por demostrar su contenido psicológico (Munz-Thiessen 1997: 248), lo que consigue que estas sean tan redondas e individualizadas. Además, el hecho de que las defienda incluso cuando puedan parecer objetivamente malas personas demuestra el ejercicio de psicologización que realiza con ellas, y que le permite explicar lo que las ha llevado a ser como son, y también introducir en la trama lo que les hace falta para cambiar. Así, como en la vida real, los personajes son malos y buenos a la vez.
Y esto es solo una introducción a toda la diversidad femenina que existe en el Parzival. Es vital para la comunidad del Grial Repanse de Schoye, la única persona lo suficientemente pura como para tocar el Grial (Lopez 2007: 23), y que al revés que Belakane hace que su marido (por cierto, el hijo de Belakane con Gawan) se convierta al cristianismo. Y la casta reina Condwiramurs, que quiere seguir soltera y se cuela en la habitación de Parzival de noche para pedirle que la libre del hombre con la que la quieren casar, y cuando lo consigue le pide a Parzival que se case con ella, pero durante las dos primeras noches no se tocan. Luego está Jeschute, que es castigada por culpa de Parzival pero acaba haciendo que éste se disculpe y asuma la responsabilidad de sus actos. Y Cunnewâre, que no puede reír hasta que encuentre al mejor caballero (y que ríe, claro, cuando ve a Parzival). Está la tierna niña Obilot, que sufre la malicia de su hermana Obie y se comporta con Gawan como si fuera una dama de amor. También se enamora de Gawan Antikonie, que no cree en la castidad y de inmediato quiere disfrutar su tiempo con él.
En definitiva, es cierto que Parzival no es sólo la historia de un caballero, ya que éste no está sólo en ningún momento: son todas estas mujeres las que le acompañan y le ayudan a salvar la comunidad del Grial, mientras lidian con sus propios problemas.
Bibliografía
Ediciones recomendadas Wolfram von Eschenbach: Parzival. Nach der Ausgabe Karl Lachmanns, revidiert und kommentiert von Eberhard Nellmann, übertragen von Dieter Kühn. Frankfurt (Deutscher Klassiker Verlag) 2006. [las citas son de esta edición] Wolfram von Eschenbach: Parzival. Mittelhochdeutscher Text nach der sechsten Ausgabe von Karl Lachmann; Übersetzung von Peter Knecht; Einführung zum Text von Bernd Schirok. Berlin (de Gruyter) 1998. Ver traducción al castellano en Traducciones Bibliografía recomendada Bumke, Joachim: Wolfram von Eschenbach, 8., völlig neu bearbeitete Auflage, Stuttgart (Metzler) 1991. Hellenbrand, Alexandra: “Women on the Edge in ‘Parzival’: A Study of the ‘Grail Women’”, en: Quondam Et Futurus 2 (2004), pp. 56–68. Lopez, Teresa Marie: “Searching for the femenine: The Women of the Holy Grail”, Master’s Thesis, University of Tennessee 2007. Meyer, Evelyn: “Undercutting the Fabric of Courtly Love with ‘Tokens of Love’ in Wolfram von Eschenbach’s Parzival”, in: New Research: Yearbook for the Society of Medieval Germanic Studies 1 (2009), Vol. 1 Iss. 1 Article 1, pp. 7–33. Morgan, Bayard Quincy: “Some Women in Parzival”, in: The Journal of English and Germanic Philology 12.2 (1913), pp. 175–198. Munz-Thiessen, Susanne: “Obilot, Antiokonie und Orgeluse: die Frauen des Minneritters Gawan”, en: Revista da Facultade de Letras «Linguas e Literaturas» Porto, 16 (1997), pp. 233–249. Parra Membrives, Eva: “Wolframs Frauen: eine Analyse unhöfischer Verhaltensweisen im deutschen Mittelalter”, en: Revista de Filología Alemana 9 (2001), pp. 13–34. Penedo, Antonio: “Las mujeres del Grial: la cruzada cristiana contra el arquetipo femenino”, en: Lectora: revista de dones i textualitat (2004), pp. 337–355. Schnyder, Mireille: “Frau, Rubin und Âventiure. ‘Zur Frauenpassage’ im Parzival-Prolog Wolframs von Eschenbach”, in: Deutsche Vierteljahrsschrift für Literaturwissenschaft und Geistesgeschichte 72.1 (1998), pp. 3–17.