Almudena Otero Villena | almudenaotero@acett.org
Herzog Ernst o El duque Ernesto fue, como nos indica el número de manuscritos que conservamos de él, uno de los libros más populares de toda la Edad Media alemana; supone, en este sentido, un buen ejemplo de la literatura de entretenimiento de la época, con su gusto por las aventuras y los mundos exóticos. No conocemos el nombre de su autor, pero la lengua empleada en el texto permite suponer que provenía de la zona de Franconia (Kurt 1981: 1177). La obra se transmitió en dos versiones que han recibido en la crítica las siglas A y B, aunque la primera solo se conserva de un modo fragmentario. B, que se conserva completa, ampliaría el contenido de A, aunque sin introducir modificaciones importantes. Su datación presenta dificultades: la versión A parece que se escribió entre los años 1160 y 1170, mientras que en el caso de B la crítica ha ofrecido un margen temporal bastante amplio que va desde 1160–1170 hasta 1230 (Stock 2002: 158; Schröder 1967: 37–40). Hasta el siglo XV se realizaron otras ocho reelaboraciones del texto, tanto en alemán como en latín, en verso y en prosa. Su influencia en la literatura alemana dura casi hasta nuestros días: la figura del duque Ernesto inspiró la obra de teatro de Ludwig Uhland Herzog Ernst von Schwaben (1819) y el drama paródico de Peter Hack Das Volksbuch vom Herzog Ernst (1955) (Sowinski 1970: 404).
El libro nos relata la historia del duque Ernst de Baviera, huérfano de padre desde niño, cuya madre, Adelheid, es cortejada por el emperador Otto, con el que finalmente se casa. Su padrastro le muestra en principio una gran simpatía, tratándolo como a su propio hijo. Pero otro noble emparentado con Otto, envidioso de la posición de Ernst, comienza a intrigar, provocando que la buena relación se rompa y que el emperador acabe acusando a Ernst de traición. Tras luchar durante un tiempo contra el emperador, Ernst no tiene más remedio que abandonar el país y unirse a las cruzadas acompañado de un grupo de hombres fieles. Pero una tormenta los desvía de su primer objetivo, y Ernst emprende un viaje a Oriente en el que visita extraños países y vive numerosas aventuras. Tras obtener fama y honor en Oriente, regresa a Alemania, donde el emperador acaba aceptando su inocencia y admitiéndolo en la corte.
Los límites de la historia y los territorios de la ficción
Hasta hace medio siglo, la crítica situaba al Herzog Ernst dentro de la denominada Spielmannsepik o “épica de juglares”, pues se consideraba que había sido obra de juglares errantes; un producto de la oralidad que se puso finalmente por escrito (Schröder 1967). Pero la existencia de algo así como una “épica juglaresca” ha sido hoy en día desechada: tanto el lenguaje como la estructura de esta y de otras obras son demasiado complejos para que así fuese.
Sin embargo, el texto parte de una estructura en principio muy simple, un esquema arquetípico, como el que se entrevé en los cuentos tradicionales de distintas culturas: la obtención de un determinado reconocimiento social, la crisis que pone de manifiesto la precariedad de esa posición alcanzada y, por último, la superación de una serie de pruebas y aventuras en regiones desconocidas que le permiten al protagonista regresar a la sociedad fortalecido y encontrar su lugar en el mundo. Pero este esquema simple se elabora, volviéndose más complejo. Así, se puede hablar de la existencia en el texto de dos partes claramente diferenciadas, pero que forman un todo coherente; dos partes que se desarrollan además en espacios muy distintos (Stock 2002). Por una parte, la que se corresponde con los acontecimientos que suceden en el Imperio Romano-Germánico: la vida cortesana de Ernst y su posterior conflicto con el emperador, que acaba por llevarlo al destierro. Ernst emprende entonces el camino hacia el mundo desconocido de Oriente, un viaje que conforma la segunda parte del libro. Esta puede así mismo dividirse en otras dos: los episodios en los que Ernst aparece como un viajero errante y aquellos en los que se instala como príncipe en Arimaspi, ejerciendo el papel de perfecto gobernante. Estos últimos funcionarían como una especie de preludio al regreso y asentamiento definitivo del duque en el Imperio tras alcanzar la paz con el emperador; de este modo, la estructura del relato sería la de un camino circular, el viaje a tierras extrañas que acaba por conducir al inicio, al hogar.
Entre ambas partes habría un episodio que funcionaría como elemento segmentador: los más de tres meses de tormenta marítima que trasladan a Ernst a un espacio desconocido e indeterminado (Stock 2002: 167). En general, las corrientes de agua funcionan en Herzog Ernst como elementos espaciales que marcan una frontera entre diferentes territorios, pero también entre los distintos episodios que configuran el camino del duque. Así sucede también con el río subterráneo que determina el paso de la vida errante a la sedentaria en Arimaspi: una especie de fisura que da entrada a otro mundo.
Este esquema básico se acerca, ciertamente, al de las novelas artúricas de un Chrétien, un Hartmann von Aue o un Wolfram von Eschenbach (Kühnel 1979: 258–263; Gentry 1990): también aquí se describe el camino de un caballero, un camino igualmente dividido en dos partes (la segunda de las cuales consta también de dos cursos). Es, para emplear un concepto popular en el alemán desde los años sesenta, el Doppelweg o doble camino que describieron autores como Hugo Kuhn (1969), Hans Fromm (1969) o Walter Haug (1992: 93–95). Un camino que aleja al imperfecto héroe de la novela artúrica del superlativo de la épica: el primero tiene que superar una crisis y pasar por un proceso de aprendizaje que lo aleja de la corte (hof) y lo conduce a la wilde, el mundo de lo extraño, de lo salvaje y amenazante, para, una vez superada la prueba, regresar capacitado a la corte.
Como ocurrirá posteriormente con la novela artúrica, también en Herzog Ernst hay una crisis (el enfrentamiento con el emperador), tras la cual Ernst inicia su camino particular en la wilde, que en este caso se correspondería con el espacio de Oriente. En este sentido, la obra tendría una “naturaleza transicional”, como ha señalado Francis G. Gentry (1990: 104), a medio camino entre la época de la literatura didáctico-religiosa y la edad cortés, con su hincapié en el desarrollo del héroe. De este modo, si bien la estructura ofrece semejanzas con la de la novela artúrica, en Herzog Ernst la salida de la corte no provoca en el protagonista ninguna crisis interna, ni tampoco ve menguada su fama (Behr 1993: 66–67); Ernst es ya al comienzo de la obra, tal y como se nos deja claro una y otra vez, el perfecto príncipe. En él no se produciría por tanto un desarrollo propiamente dicho, una evolución interior que justificaría, en último término, un cambio en la situación anterior. El esquema queda como algo puramente externo.
Volviendo de nuevo a la primera parte de la obra, algunos críticos quisieron ver en ella la reproducción de dos acontecimientos históricos concretos (Schröder 1967: 41–42; Behr 1993: 59; Sowinski 1970: 410–413). En primer lugar, el levantamiento del duque Ernesto II de Suabia contra su padrastro, el emperador Conrado II, en 1030. Ernesto fue derrotado y tomado prisionero; se le ofreció entonces el perdón, siempre que se declarase enemigo de su antiguo vasallo Werner de Kyburg, que durante la prisión de Ernesto había continuado la lucha contra el emperador. Ernesto se negó, y acabó muriendo en una batalla junto con Werner en el año 1030. El segundo episodio sería el enfrentamiento de Otón I con su hijo Luidolf; de aquí procedería tanto el nombre del emperador como el de la madre, Adelheid, el asedio de Regensburgo y la reconciliación final, así como el nombre de la primera esposa de Otto y la fundación del arzobispado de Magdeburgo.
Puede ser que estos acontecimientos, quizás transmitidos oralmente, estén en el origen del relato; no obstante, este se aleja pronto de su punto de partida (Ernst decide con su vasallo, el conde Wetzel, unirse a las cruzadas y dirigirse hacia Oriente). Otros críticos han señalado que la situación de enfrentamiento descrita muestra una tensión bastante frecuente en la relación entre el poder central imperial y los príncipes, y que no tendría por tanto que referirse a uno, o varios, episodios concretos. El texto pretendería más bien representar una situación de conflicto político habitual a lo largo de toda la Edad Media alemana y tendría, en consecuencia, un carácter arquetípico (Stock 2002: 153): lo histórico se desvanece así distanciándose de los hechos concretos (Haustein 1997: 120–125).
En la segunda parte de la obra el trasfondo histórico se entrelaza con motivos procedentes de diferentes fuentes, orales o literarias, hasta formar casi un compendio del universo literario de la época. Hallamos así elementos presentes en enciclopedias medievales y en la literatura de viajes, en las geografías fantásticas de San Brandán, en las Mil y una noches (el cuento de Simbad), en la nueva novela cortesana (por ejemplo, la aparición de un prólogo, de conceptos caballerescos como el honor o la lealtad, o de algún vocabulario de origen francés). En ella encontramos también huellas del Roman de Aleixandre, o de la chanson de geste, con sus batallas entre dos ejércitos. Pero también, y de un modo muy fundamental, de la denominada poesía heroica germánica (Millet 2007): en el gusto por la descripción de hazañas bélicas; en el empleo de fórmulas lingüísticas propias de este género; en la continua repetición de palabras como wîgant, recke o held, todos ellos nombres para referirse al héroe o guerrero (Sowinski 1970: 423). Frente a otros textos alemanes de la época que son adaptaciones de modelos franceses, Herzog Ernst es así una “obra original” de gran complejidad, un mosaico o collage en el que se articulan con gran destreza modelos narrativos muy distintos y de diverso origen. El texto funcionaría de este modo como una especie de palimpsesto (Gérard Genette) en el que se “citan” diferentes obras y géneros; un juego de referencias, que el lector/oyente debería ser capaz de descifrar.
En este sentido, Herzog Ernst es una obra a la que le resultaría adecuada la denominación de artefacto literario: como un patchwork que deja a la vista sus costuras, desvelando así su carácter construido, la naturaleza ficcional del relato (esto es, su concepción como un universo literario cerrado que funciona según sus propias leyes), como también lo hace la existencia de una estructura predeterminada y claramente identificable.
Bibliografía
Ediciones recomendadas Herzog Ernst. In der Fassung B mit den Fragmenten der Fassungen A, B und Kl nach der Leithandschrift herausgegeben, übersetzt und kommentiert von Mathias Herweg. Stuttgart (Reclam) 2019. Herzog Ernst. Ein mittelaterliches Abenteuerbuch. In der mittelhochdeutschen Fassung B nach der Ausgabe von Karl Bartsch mit den Brüchstücken der Fassung A herausgegeben, übersetzt, mit Anmerkungen und einem Nachwort versehen von Bernhard Sowinski. Stuttgart (Reclam) 1970. Herzog Ernst. Untersuchung und überlieferungskritische Edition des Herzogs Ernst B: mit einem Abdruck der Fragmente von Fassung A, herausgegeben von Cornelia Weber. Göppingen (Kümmerle) 1994. Herzog Ernst, herausgegeben von Karl Bartsch. Wien (Braumüller) 1869 (reimpresión Hildesheim, Olms, 1969). Ver traducciones al inglés y al gallego en Traducciones (texto de presentación de la traducción gallega). Bibliografía recomendada y citada Behr, Hans-Joachim: “Herzog Ernst”, en: Horst Brunner (ed.), Interpretationen. Mittelhochdeutsche Romane und Heldenepen, Stuttgart (Reclam) 1993, pp. 59–74. Fromm, Hans: “Doppelweg”, en: Werk-Typ-Situation. Festschrift für Hugo Kuhn, Stuttgart (Metzler) 1969, pp. 64–79. Gentry, Francis G.: “Herzog Ernst. An Interpretation”, en: William C. McDonald and Winder McConnell (eds.), Fide et Amore. A Festschrift for Hugo Bekker on his Sixty-Fifth Brithday, Göppingen (Kümmerle) 1990, pp. 117–119. Haug, Walter: Literaturtheorie im deutschen Mittelalter. Von den Anfängen bis zum Ende des 13. Jahrhunderts (2ª ed.), Darmstadt (Wissenschaftliche Buchgesellschaft) 1992. Haustein, Jens: “Herzog Ernst zwischen Synchronie und Diachronie”, en: Zeitschrift für deutsche Philologie 116 (1997), pp. 115–130. Kuhn, Hugo: “Erec”, en: Hugo Kuhn, Dichtung und Welt im Mittelalter, Stuttgart (Metzler) 1969, pp. 133–150. Kühnel, Jürgen: “Zur Struktur des Herzogs Ernst”, en: Euphorion 73 (1979), pp. 248–264. Millet, Victor: Héroes de libro. Poesía heroica en las culturas anglogermánicas medievales. Santiago de Compostela (Universidade) 2007. Ruh, Kurt (ed.): Die deutsche Literatur des Mittelalter. Verfasserlexikon. Begründet von Wolfgang Stammler, fortgeführt von Karl Langesch (2ª ed., Vol. 3, pp. 1170–1191). Walter de Gruyter. Schröder, Walther Johannes: Spielmannsepik. Stuttgart (Metzler) 1967. Stock, Markus: Kombinationssinn. Narrative Strukturexperimente im Strassburger Alexander, im Herzog Ernst B und im König Rother. Tübingen (Niemeyer) 2002. Manuscritos Versión A: https://www.handschriftencensus.de/werke/6300 Versión B: https://www.handschriftencensus.de/werke/6299